Siguiendo en la línea de la entrada anterior, vengo a compartir otro Escrito NO clasificado.
Y este se lo dediqué a mi querido Adrians, por darme nada más y nada menos que noche, árboles, lluvia y besos.
TODO TUYO
Humedezco mis labios cada que estás cerca de mí, o cada que te siento así; porque sucede que (a estas alturas de las circunstancias) puedo sentirte solamente con atisbar tu olor en el aire o con palpar tu lejanía (tan dolorosa como febril).
De modo que me consuelo convocando a cada rato tu recuerdo, sobre todo intentando recuperar la imagen intacta y multidimensional de los besos que nos dimos la noche de ayer, de antier y de ante antier… momentos en que la lluvia acudió a nosotros y nos cobijó sin que se lo pidiéramos siquiera.
Y, ¡ay, con esa lluvia! Odio la lluvia por ser testigo de nuestras andanzas y porque se cuela entre los árboles para tocarte desde la cabeza hasta los pies. Odio además a la lluvia, porque no hace más que arrastrarme, en la memoria, a mirar constantemente el susurro que guardan tus ojos y anhelar que quieras dirigirlo siempre hacia mis oídos y colmarlos de repente, cuando entiendas que, aunque son parte de mí, en realidad son todos tuyos.
Qué decirles, ¡este me encantó!
1 comentario:
¡Me encanto!
Publicar un comentario