10.3.13

El mar contenido (FanFiction)

¡Hola a todos! Gracias por permanecer conmigo.
El siguiente escrito que comparto fue una experiencia que tomé como un reto: se trata de un Fanfic, y si bien  llegué a hacer algunos de Harry Potter (unos se perdieron y otros quedaron en un recóndito cajón de mi memoria), tenía mucho tiempo de no hacer ninguno, así que cuando Eveletta comentó que no había material fan desprendido de la primera entrega de la serie Night School (y aunque ya leí dicho libro y no me considero seguidora), me comprometí a escribir uno para ella, y esto fue lo que salió:


EL MAR CONTENIDO

Fanfic de Night School. Todos los personajes nombrados en 
este relato le pertenecen a C. J. Daugherty.

Para Eveletta.

Aunque tenía poco de haber vuelto a Cimmeria, parecía que Allie no se encontraba en su habitación: un orden insólito, las luces apagadas, una quietud agonizante… apenas presente debido al profundo sueño que la embargaba y sus pertenencias todavía dentro de las maletas.
Sucedió que Allie había llegado tan exhausta del ajetreado y hermético viaje con sus padres, que lo que menos deseaba era deshacer el equipaje, así que cayó como muerta apenas tocó la almohada, cosa que podía adivinarse por la posición diagonal de su cuerpo en la cama.
Pero nadie podría observarla, o bueno, hasta ese momento.
La emoción de haber vuelto no había podido más que el cansancio, incluso la chica pensó que ya tendría tiempo para reencontrarse con sus amigos y buscar por todos lados a Carter, y más aún, seguir indagando sobre los extraños acontecimientos que habían tenido lugar en el curso anterior, además de las misteriosas llamadas anónimas que había recibido tanto en casa de sus padres como en los distintos hoteles donde se hospedaron.
Volviendo al interior de su habitación, el respirar de Allie seguía una línea curiosa: inhalaciones, exhalaciones, silencios, suspiros y contracciones espasmódicas. No era un sueño que revelara una turbación real, sino más bien una calma extravagante… digna de una chica que había vivido un poco de todo y a la vez nada de nada.
Pero eso, también cambiaría pronto.
Se oyeron pasos en el pasillo exterior, de suelas pesadas pero de un marcaje delicado, casi elegante; y a pesar de no haber estrépito (del todo), el sueño de Allie se turbó por lo que su oído pudo percibir. Un cuerpo recargándose tras la puerta (aplicando fuerza para comprobar si ésta estaba abierta) y el cuerpo de Allie ya estaba tenso, intentando despertar a la mente de quien pertenecía. Pero no fue hasta que forzaron la cerradura, que la chica abrió los ojos e intentó -con presura- que un golpe de adrenalina la trajera del mundo de los sueños; no obstante, ni con todos los procesos internos se movió, tan solo los parpados se levantaron, pero nada más.
Allie, ya despierta, notó una presencia a sus espaldas, pero le dio miedo girarse o levantarse siquiera, pues tuvo la leve sospecha de que si no se movía y seguía fingiendo estar dormida, tendría una oportunidad de huir a lo que estuviera tras ella. Puso el oído atento y escuchó los mismos pasos intrusos que se habían colado en su sueño, convirtiéndolo de esta manera en un comienzo de pesadilla. Aquellos pasos rodearon su cama y, en breve, ya había alguien haciéndole frente.
Allie no pudo más que entrecerrar los ojos, porque a pesar de la oscuridad, temía que pudieran descubrirla. Y así, con los ojos entreabiertos, y gracias a la luz lunar que se colaba por la ventana, distinguió la silueta de un hombre delgado, de constitución atlética, que enmarcaba sus músculos en un cuidado atuendo negro que inevitablemente hacía pensar en un ladrón, mas no uno cualquiera. Sus ojos tardaron un poco en reparar en toda la anatomía del tipo, pero cuando él se inclinó sobre ella, supo que era Sylvain.
Allie boqueó debido a la sorpresa de aquel descubrimiento y se incorporó al instante.
─ ¿Qué haces aquí? ─susurró con recriminación y él se echó para atrás.
─ ¡Dios! Pensé que estabas dormida ─aceptó Sylvain en un susurro que preservaba su acento francés.
─ Pues ya ves que no, y dime, ¿qué demonios pensabas hacerme? ─; justo en ese momento Allie agradeció tener hasta el abrigo puesto.
─ Nada, solamente quería saber si era cierto que ya estabas aquí ─diciendo esto, Sylvain se sentó en la orilla de la cama y Allie retrocedió quedándose en el otro extremo.
─ ¿Y eso a ti en que te afecta? ─. Allie no podía dejar de tener un humor de perros, había tenido miedo por la intromisión y de lo que sea que fuera a buscar él, pues sólo podía recordar los malos ratos que pasó a su lado.
─ Aunque no lo creas, Allie, sigues importándome ─Sylvain se levantó de la cama y se dirigió hacia la ventana, parecía que estaba nervioso ya que comenzó a jugar con la manija. En ese instante, a Allie le pareció inofensivo. Se relajó.
─ Tú y yo no quedamos en muy buenos términos, ¿ok? ¿Y ahora vienes y entras a mi habitación así, y pretendes que yo crea en tus palabras? ─a ella casi le dio un vuelco el estómago de imaginar sus verdaderas intenciones. ¿Acaso Sylvain pensaba en hacerle daño mientras dormía y se arrepintió ahora que hablaba con ella? Realmente no lo creía así, pero era mejor dejar la duda intacta.
Después de un largo silencio, él contestó:
─ Lo sé, pero es que no logro hacerme a la idea de que lo nuestro no pueda ser ─dijo aún de espaldas.
─ Sí, claro, tu orgullo herido es el que no puede entenderlo ─Allie se puso de pie y se cruzó de brazos─. Sabes, no estoy en condiciones de hablar ahora, necesito que te vayas ─Allie se aproximó a la puerta y se encargó de abrirla toda, en un claro gesto de que la charla había terminado, y efectivamente.
Sylvain se volvió sobre los talones hasta que la puerta estuvo bien abierta, caminó directamente hacia la salida y antes de tomarle la palabra a Allie, la miró intensamente, se podría decir que la fulminó, pero no fue una mirada de rencor, sino más bien de sincero arrepentimiento, o eso creyó Allie y por ello se le doblaron las rodillas, a lo que nada más pudo reaccionar moviendo la cabeza en señal de indecisión.
Y justo eso es lo que él buscaba, porque en milésimas de segundo su seguridad se vio fortalecida.
Sylvain colocó la mano izquierda en la pared junto al marco de la entrada y con la mano derecha se permitió retirar de la de Allie aquella pesada puerta, que en momentos siguientes ya estaba cerrada con los dos al interior de la habitación: ella sobresaltada por la rapidez de la situación, él con la respiración entrecortada.
Todo fue bastante rápido, Sylvain giró sobre sí mismo, sorprendiendo a Allie y quedando frente a ella, sin dar espacio a cualquier reacción indeseada, acorralándola entre su cuerpo y la pared junto a la puerta. A Allie se le aceleró el corazón; los latidos, intermitentes hasta hacía un momento, se volvieron frenéticos, confusos, difusos. Y Allie no podía alejar la vista de sus labios, y él recorría su rostro con la mirada, sus ojos azules: el mar contenido.
La cargó de pronto y ella le rodeó la cintura con las piernas. Se miraron en silencio y ella dejó que la llevara hasta la cama. Sylvain colocó el cuerpo de Allie con delicadeza sobre las sábanas removidas; la chica estaba realmente impávida, pues no sabía en qué momento el clima de la habitación se había trastornado.
Al quedar sobre la cama, Allie esperaba -de alguna manera- recibir el cuerpo de Sylvain, pero lo que él hizo fue inadvertido: arqueó el cuerpo hacia ella, de manera que ya no había una sola fibra de su ser que la tocara. Ella dejó escapar una especie de sollozo, ¡¿qué es lo que sucede conmigo?! se preguntó, pero lo cierto era que, a pesar de las cosas desagradables, una parte de su mente aún podía recordar los dulces que eran sus labios. Y como si él reaccionara ante su reacción, así, con tal redundancia, aproximó su rostro al de ella, tanto que pudo sentir su cálido y cítrico aliento… la tentación, el fuego.
Allie se desconocía: un ansía inexplicable se instaló en su bajo vientre, un calor intenso le subió hasta la garganta, pero sin detenerse allí, porque se fue directo a nublarle la mente.
Con la extraña suspensión del cuerpo de Sylvain, Allie no tuvo de otra más que rodearle el cuello con los brazos, pegarlo hacia ella y abrir los labios en una clara invitación para que los tomara entre los suyos.
Seguro la temperatura de la habitación había ascendido unos cuantos grados, Sylvain acarició su boca como nadie nunca antes lo había hecho, Allie no tenía espacio para pensar en nada más, aventuró sus manos entre sus cabellos negros como la noche, y tuvo que alejarlo de ella hasta que necesitó tomar un poco de aire.
La distancia entre ambos fue dolorosa, tanto, que el primer golpe de realidad que ella recibió, fue el de una inmensa culpa… Carter, Carter y más Carter, aparecía en su cabeza, y decidió que estar tan cerca de Sylvain no mejoraba las cosas. Se levantó de nueva cuenta y esta vez fue ella la que se alejó hacia la ventana.
 ─ Lo siento, yo… no debimos ─intentó hilvanar Allie.
─ Pero… ─a expensas de la poca luz que se filtraba por la ventana, Allie pudo notar el sonrojo que se dibujaba en Sylvain por la súplica.
─ Necesito estar sola. Es mejor que hablemos por la mañana ─pero en lugar de echar a Sylvain, ella fue quien abandonó la habitación, dirigiéndose hacia la biblioteca.
De camino, la mente de Allie daba mil vueltas. Era su primer día de regreso a Cimmeria y ya había pasado algo totalmente inesperado. Cómo diablos le diría a Carter que aquella noche Sylvain la había besado y, sobre todo, que a ella le había gustado; pues la cuestión era que si ella no se lo decía, resultaba que siempre las paredes podrían tener ojos y de alguna manera se enteraría. Y Allie estaba en lo cierto, pues justo pasando el primer recodo del pasillo “algo”, en el tapiz de la pared contigua, se removió.

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