25.4.13

¡Ponle un título!

Hola, hola. Esta vez traigo el relato con el que participo este mes en el proyecto del grupo de facebook de Adictos a la escritura. Se trata de un ejercicio de dos fases, siendo la publicación (justo esta) la primera fase, y la segunda (y mediante sorteo) el crearle un título al relato asignado. Así que estoy ansiosa por leer los otros escritos y saber qué título le darán al mío. ¡Felices lecturas!


El juego cobarde de un abandono inocente

Cierro los ojos y aún puedo ver su imagen con claridad… aunque mentiría si dijera que recuerdo su rostro, porque ese ha quedado sumergido en el mar que es mi memoria. Y lo que veo en realidad, cada vez que intento abandonarme al sueño, es su perfil trasero: el cabello abundante, negro como la noche y en una trenza infinita; su figura esbelta: apenas afectada por el nacimiento de mi hermano y seis años antes por el mío; su atuendo recién adquirido: un vestido rojo entallado de un corte extraño y zapatos altos de charol (cosas que tengo grabadas, porque he llegado a pensar que fueron un obsequio hecho por parte del hombre con el que desapareció); y finalmente, su contoneo imperceptible y su espalda levemente encorvada, de seguro sintiendo una profunda vergüenza por haber tenido hijos no deseados y por tener que abandonarlos para empezar una nueva vida.
Pero no sé qué era lo que creía, tal vez que había engendrado a unos descerebrados, porque esa tarde nos llevó a mi hermano y a mí a caminar entre calles desconocidas, con la eterna promesa de helados y otras chucherías, e hizo que nos detuviéramos una vez alcanzadas las vías del tren (vías que, estaba segura, si seguía, pasaban justo detrás de nuestra casa), pidió que nos sentáramos sobre los rieles y dijo que la esperáramos quietecitos, que no tardaría nada. No obstante, nos amarró con una soga a manera de que mi hermano y yo quedáramos espalda con espalda.
Tenía siete años, pero no era tonta. Y lo que más me dolió, no fue su partida, sino que nos pidiera esperarla ahí, aunque lo que ganáramos fuera un encuentro con la muerte.
Sin embargo, apenas noté que mi madre desapareció entre la indiferencia de la gente, suspiré cansada; a veces uno mira al cielo y pregunta ¿por qué a mí?, pero yo no lo hice, porque mi hermano no se lamentó ni entendió nada de aquello; así que me deslicé con cuidado por debajo de la cuerda, y ya estando floja ésta, se la quité de encima a mi pequeño, que para entonces chupaba su manita izquierda con tierna fruición.
Levanté a mi hermano, y me eché la cuerda al hombro como recordatorio de lo que había pasado ahí. Y por supuesto, tuve unas inmensas ganas de llorar, pero no quise espantar a Polito, de modo que con él en brazos y la soga al hombro, no volví sobre nuestros pasos, sino que probé a marcar unos nuevos del otro lado de la vía.


7 comentarios:

jldurán dijo...

Me gusta como escribes, utilizas muy bien las palabras. A mi lo que más me gusta son los dialogos y no los utilizas. Todo lo demas me gusta un montón. El final es fuerte. Un abrazo.

Dora Ku dijo...

Athena: Escibiste sobre una terrible realidad y la captaste en toda su crudeza.
Un texto corto que dice mucho.
Me gusta, felicidades: Doña Ku

Athena Rodríguez dijo...

En general, gracias a ambos por pasar a leer y comentar.

jldurán: Te entiendo, los diálogos suelen ayudan a agilizar el ritmo de un escrito... y en verdad que sí los utilizo, pero en este escrito y en el del mes pasado no lo hice (curiosamente no me había detenido a pensar en ello, hasta ahora que tú lo mencionas), no obstante, casi todos mis relatos los contienen. Espero poder incluir diálogos para el proyecto del siguiente mes :)

Dora Ku: Me complace que te haya gustado. Por medio de este relato intenté ser muy visceral, y al parecer lo logré.

¡Gracias de nuevo! Estoy muy ansiosa por saber qué título quedará.

¡Saludos!

Catapzia dijo...

Athena
Me dio mucha rabia tu relato, rabia por la crudeza de algunas realidades.
Logras generar pena e impotencia y a la vez admiración por la relatora y eso no me había tocado sentirlo.

Muy buen escrito!

Felicidades!
Cariños
Catapzia

Athena Rodríguez dijo...

¡Mil gracias Catapzia!

Te contaré algo: a los tres cuartos del relato las lágrimas me traicionaron. La verdad es que este relato es un sueño que tenía recurrentemente sobre mi madre... ¡Imagínate! tenía miedo de despertar un día y no verla a mi lado; a pesar de que nunca nos dio ninguna razón para temer por ello. pero supongo que tan solo fue un miedo infundado de una hija demasiado mimada por su madre XD

Saludos ^_^

Kassfinol dijo...

Perdona la tardanza en colocarle titulo, jejeje pero este fue el primer relato que me leí de este ejercicio y como te dije aquella vez, no sé porque lo vi sutil y delicado. Aun lo sigo viendo así. Por cruel que se lea. Insisto. Supongo que es porque lo narraste delicadamente y no plasmaste tanto dolor de parte de los niños (dolor exagerado es a lo que me refiero jejeje) EL titulo es algo largo para la extensión del relato jejeje pero va acode a el: El juego cobarde de un abandono inocente.

Lo interpreto a la final como un mal juego que hizo la desnaturalizada de su madre. Creyendo manejar la inocencia de sus hijos. Es por eso el nombre.

Athena Rodríguez dijo...

¡Hola de nuevo! Me ha gustado. Gracias por tu colaboración :)

¡Hasta la próxima!